Comunicados

Julio 24 / 2024

Dra. Catalina Gutiérrez Zuluaga, tu esfuerzo y tu vida no se apagaron en vano

Como Facultad Ciencias de la Salud de la Universidad del Cauca, nos unimos a las manifestaciones de condolencias y extendemos nuestra voz de solidaridad para la familia y allegados de la Dra. Catalina Gutiérrez Zuluaga, deseando que la paz de Dios llene sus corazones de consuelo y fortaleza para afrontar estos difíciles momentos. Lamentamos profundamente, que lo ocurrido con la Dra. Catalina, haya finalmente suscitado las tardías, pero tan necesarias reflexiones que muchas facultades del área de la salud en el país, estamos teniendo ahora. Y decimos tardías, porque el estudio de la salud siempre tuvo como objetivo salvar, cuidar, preservar vidas, nunca arruinarlas o apagarlas.
 
Como espacio de formación de profesionales de la salud, esto no solo nos convoca a reflexionar sobre las realidades que viven las y los estudiantes de los diferentes programas académicos de esta área del conocimiento, sino que también nos alerta sobre la necesidad inmediata de transformar los entornos de preparación para realmente educar desde la ética, la humanización y la empatía, y no solamente desde lo científico. Además, para que nuestras acciones estén encaminadas a que estos espacios de formación y servicio, como lo son las aulas y los hospitales, estén blindados de todo tipo de violencias.
 
No se puede olvidar que, desde el nacimiento de la medicina hipocrática, quedó plasmada la ética de la profesión médica, y se aceptó desde hace siglos, el deber esencial del médico: "Cuidar con devoción al hombre enfermo para devolverle la salud o, cuando menos, para mitigarle el sufrimiento". Este mandato ético no puede quedarse solo en el papel, debe ser el derrotero que dirija el actuar con nuestros pacientes, pero también con nuestros compañeros y compañeras, estudiantes, colegas, con las y los profesionales de otras áreas, entendiendo el cuidado y el bienestar como una responsabilidad social y colectiva.
 
Este mandato debe ser claramente apropiado por las y los médicos docentes, pues la función de los médicos en la comunidad educativa debe propender por el mejoramiento del proceso de aprendizaje de las y los estudiantes, en todos los niveles y en las mejores condiciones, más aún, considerando que los años de estudios médicos son física, intelectual y emocionalmente difíciles. El área de la salud siempre será retadora, en tanto habrá muchas vidas que dependerán de las y los profesionales en formación. Las horas son largas, los cursos son exigentes, y las responsabilidades aumentan en la medida que avanzan en sus estudios. A esto debemos sumar, que cada persona tiene un contexto diferente, el cual, conlleva un sinnúmero de situaciones, condiciones y dificultades, que aunque alrededor no se vean reflejados, están presentes en su mente siempre.
 
Por todo lo anterior, una de las transformaciones hacia las cuales como facultades debemos apuntar, es hacia la garantía de un ambiente favorable y propicio para el aprendizaje, dado que esto no lo proporciona un edificio, ni la organización, ni el prestigio, ni el currículo; lo hace el cuerpo de profesores y el grupo de estudiantes.
 
Muchos colegios médicos consideran que las siguientes actitudes deben estimularse en los estudiantes, sin perder de vista que, ante todo, son actitudes que deben encarar primero los profesores:
 

• Respeto por la dignidad, la propia estimación y el valor del hombre.
   

• Compasión y sensibilidad en el cuidado de los pacientes y sus familias.
   

• Comprensión de los derechos fundamentales de los pacientes, de los colegas y de la comunidad.
   

• Honestidad intelectual y capacidad para reconocer las propias limitaciones e incapacidades.
   

• Aceptación de que la responsabilidad del cuidado es ante un paciente y su entorno.

 
Nuestra sociedad requiere cambios estructurales que inician desde la formación de las y los futuros profesionales. Esto nos debe llevar a preguntarnos cada día ‘¿cómo podemos los docentes fortalecer estos aprendizajes y el enfoque humanitario en nuestros estudiantes de ciencias de la salud en general, si no reciben ni vivencian estas actitudes de sus profesores y profesoras hacia ellos?’ Nosotros somos sus referentes y en quienes ellos y sus familias confían su formación profesional, por lo que no podemos contribuir al menoscabo de su salud mental, al abandono de sus sueños y al deterioro de su calidad de vida.
 
Finalmente, a nuestros estudiantes, hoy quiero decirles que los admiramos por todo el esfuerzo que día a día imprimen en sus múltiples responsabilidades. Les reiteramos que propendemos por garantizar entornos seguros para su formación, pero si en algún momento sienten que no ha sido suficiente, por favor, dígannos, pues esta institución que se acerca a su bicentenario se encuentra en una constante transformación, en medio de la cual se están deconstruyendo, resignificando y cuestionando creencias que están históricamente arraigadas y que sabemos han sido nocivas para nuestra sociedad, como el haber relegado la salud mental, durante tanto tiempo, a un asunto menor.

Les invitamos a ser parte de esta transformación, confiando en nosotros y en los mecanismos que hemos dispuesto para poder contribuir a que nuestra Universidad y nuestro entorno sea un lugar seguro para todas, todos y todes, pues situaciones de acoso y de violencia en el proceso de formación, bajo ninguna circunstancia deben ser permitidas. Y cierro mi reflexión dejando un agradecimiento sentido a los docentes y programas que se comprometen con una formación de calidad, pero humana, porque sí los hay y son quienes hacen toda la diferencia; con su actuar no solo nos demuestran que es posible, sino que se convierten en ejemplo para muchos.
 
Adriana Castro Mañunga
Decana
Facultad Ciencias de la Salud