Ser egresado de la Universidad del Cauca es un orgullo inmenso, es una institución que se destaca en la historia de Colombia por su calidad, prestigio y trayectoria. Cuando hice mi homologación en la universidad de París, gracias a la formación en la del Cauca, fui el único admitido. Tenemos un contraste muy alto a nivel nacional e internacional.

Gocé mi recorrido por la universidad. Cuando tenía 15 años fui guía del Museo Mosquera, trabajaba los viernes, sábados y domingos. Al ingresar a realizar mis estudios universitarios, cursando el segundo año, el señor Benjamín Iragorry me otorgó el cargo de mecanógrafo del instituto de Ciencias Penales. Trabajaba y estudiaba al mismo tiempo.

Mi vínculo con la universidad es muy grande. Nací aquí en la esquina cuarta con cuarta, entonces desde niño mi relación ha sido muy cercana. Recuerdo que nos metíamos en el patio de Santo Domingo a jugar y el portero Álvaro Palta nos perseguía y nos sacaba, después de un tiempo nos reíamos y él me decía que le tocaba sacarme de la universidad porque solo iba a molestar a los pescados. Mi vida ha estado muy ligada con la universidad, crecí respetándola y queriéndola mucho.

Me gradué como Abogado el 31 de julio del año 1971 y desde esa época trabajé como docente dentro de la universidad. Resulta que, faltando como tres meses para terminar la carrera, el Doctor Ernesto Velasco se accidentó y él era el titular de la materia de derecho constitucional. Muy amablemente el decano de ese tiempo me llamó y me dijo que, si la podía terminar de dictar, el compromiso era muy grande y acepté. Estudié mucho e inicié como auxiliar de catedra.

Mi aspiración toda la vida fue especializarme, así que me postulé a una beca de Administración Pública del Gobierno Francés. En el año 73 estaba en Francia realizando esta nueva faceta para mi vida profesional, teniendo en cuenta que recién llegué allá presenté mis equivalencias de estudios para realizar un doctorado. Para el año 74 mis estudios estaban más avanzados y fue cuando regresé y me vinculé nuevamente con la Alma Mater.

Me gusta mucho la docencia, la ejercí durante 47 años. Es muy gratificante. Trabajé en derecho de la integración hablando de comunidad europea, también en el área de constitucional, de política e historia constitucional de Colombia, que fue una materia que abrimos porque no existía.

Siempre fui muy activo en la universidad. Estuve como administrativo, hice parte del sindicato, también fui representante estudiantil, profesor, jefe de departamento, decano, rector del año 1997 hasta el 2000, y representante en el consejo superior de ex rectores. En mi formación tuve muchos docentes que nos orientaban y transmitían muchos valores, los cuales fortalecieron el desarrollo de la formación tanto personal como profesional, y eso, generaba una pertenencia mucho más grande con la universidad.

Me disfruté a la universidad desde que fui estudiante hasta ser rector, recuerdo que abrimos trece programas y es una de las mayores satisfacciones que me llevo. Estoy agradecido con mi institución por haberme brindado todo para ser quien soy. Fueron 47 años de trabajo donde aprendí mucho, disfruté y brindé mis capacidades para su crecimiento.

Recuerdo a mis profesores, fueron muy valiosos en muchos aspectos de mi vida. Todos tienen una faceta muy rica en lo intelectual y lo humano, ellos nos impactaron humana y éticamente. Extraño esa relación, el ambiente universitario, la comunidad universitaria, había una relación muy cercana entre los profesores y estudiantes. Siempre he dicho que la esencia de la universidad del Cauca es la formación entendida como una excelente educación.

La universidad necesita de los estudiantes y egresados. Hoy más que nunca nos necesita unidos, no podemos abandonarla. Hay una responsabilidad inmensa con ella. No se la podemos dejar a los politiqueros, ni al gobierno. La universidad es para los jóvenes, para la sociedad, para defenderla con transparencia, mucha intelectualidad y buen comportamiento.

Redacción: Paula Lara Rodríguez. Área de Egresados