“Ananá hecho con el alma” es el lema con el que Milena Parra y Eneriet Montenegro guían su organización, la cual crearon hace dos años. Ananá, se ubica en el centro de Popayán por la carrera novena, es un lugar donde los consumidores podemos encontrar una oferta diferente a la alimentación común, ahí encontramos una carta de producto naturales que nutren y cuidan nuestro organismo.

Milena Parra es egresada en el 2010 del programa de Ingeniería Agroindustrial, y junto a Eneriet Montenegro, egresada de Economía en el 2016, crearon Ananá. Esta idea surge a partir de que ambas compartían una necesidad e interés por cuidar su salud. Lo primero que ellas identificaron, fue que en la ciudad no existía un establecimiento que ofreciera lo que ellas estaban buscando, una alimentación saludable para el cuerpo. Así es como juntas deciden comenzar un proceso de emprendimiento en el que ya llevan trabajando casi tres años.

Una de las primeras cosas que tuvieron que realizar fue el asesoramiento en frutas para montar la carta de productos, la cual respondiera a esa necesidad que ellas habían identificado. “El tema de salud, la alimentación saludable y el deporte no es un tema que nosotras nos lo inventamos, sino que está ahí, es una realidad y una tendencia, por qué la gente ahora quiere prevenir muchas cosas, como enfermedades, y que mejor que sea con productos de acá, que sea trabajar con el campesino del departamento” comenta Eneriet.

Lo más difícil del inicio de creación de una empresa es no tener un plan estratégico, porque si bien se identifica una necesidad pero si no se tiene un plan, es difícil perdurar. Como ellas bien lo analizan, “la empresa en su primera etapa de creación es muy vulnerable, entonces hay que cuidarla como se cuida un bebé, tienes que darle mucho de tu tiempo y de tu dedicación, ser incondicional y priorizarlo; pero así mismo esperas que se retribuya y te responda a ese esfuerzo que le están invirtiendo, para lo cual se espera tener un ahorro como plan de contingencia, en caso de que algo no funcione”.

Pero todo esfuerzo tiene su retribución, que para ellas se puede apreciar de diferentes formas, desde la aceptación de la gente, el agradecimiento del público por ofrecer un producto de calidad, a retribuciones personales, que consisten en poder compartir con tu familia un tiempo de calidad.

Otra retribución que se puede identificar al momento de hablar con Milena y Eneriet, es su amistad. Ellas son amigas desde hace varios años, compartieron los últimos grados de bachillerato en el mismo colegio y ya en la universidad, a pesar de realizar carreras diferentes, mantenían contacto ocasionalmente, lo que les permitió unirse en este proceso de emprendimiento, con el que ahora trabajan juntas y llevó a fortalecer su amistad.

En estos momentos Ananá sigue creciendo, estableciendo convenios y obteniendo apoyo de diferentes instituciones como la Cámara de comercio de Popayán a través de asesorías y acompañamiento en el proceso de mejoramiento, con Comfacauca quién las apoya con los pasantes, y convenios de descuentos con la Fundación Universitaria y el Área de Egresados de la Universidad del Cauca.

Para finalizar, desde su experiencia les brindan un consejo a las personas que tienen en mente crear una empresa: “no es un proceso tan fácil, se necesita ser constante, si al principio no se ven las retribuciones es porque tal vez se puedan ver a muy largo plazo, entonces es esa constancia, la dedicación y la capacitación; es fundamental que usted se capacite, estar innovando, no quedarse en lo que inicialmente se planteó, estar siempre innovando la marca”. Su consejo se puede ver aplicado en su mismo proceso, pues desde un inicio la carta de productos que ofrece Ananá ha variado, siempre con el objetivo de mejorar sus productos pensando en el bienestar de sus consumidores.

POR: Luis Arévalo Inga