SUELOS ECUATORIALES 48 (1 y 2): 16-22 ISSN 0562-5351
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INTRODUCCIÓN
La calidad del suelo, según La Sociedad Americana
de la Ciencia del Suelo (SSSA), se define como, “La
habilidad que tiene un tipo específico de suelo para
funcionar dentro de los límites de un ecosistema
natural o intervenido, sostener la productividad de
plantas y animales, mantener o mejorar la calidad
del aire y el agua, y preservar la salud humana y el
hábitat” (Harris, 2003). Sin embargo existen muchas
discrepancias para definir un conjunto de
indicadores que puedan evaluar la calidad del suelo,
y poder comparar datos a nivel nacional e
internacional.
Desde el ámbito nacional, la calidad del suelo se ha
establecido, generalmente, mediante el uso de
herramientas tecnológicas que evalúan algunas de
sus propiedades físicas, químicas y biológicas. No
obstante, los agricultores, campesinos, indígenas,
afrodescendientes y demás comunidades rurales,
poseen también experiencia, saberes culturales y
ancestrales, mediante las cuales han generado
parámetros para identificar la calidad de los suelos
que diariamente trabajan.
Y dado que muchas de las variables que se evalúan
desde la ciencia del suelo para determinar su
calidad, como contenidos de fosforo, nitrógeno,
materia orgánica, capacidad de intercambio
catiónico, entre otros, coinciden con parámetros
utilizados por grupos de agricultores en diferentes
regiones del mundo, como lo son el color del suelo,
textura, estructura, humedad, fertilidad, entre otros
(Suliman, 2013; Vale et al., 2011; Toledo & Barrera-
Bassols, 2008). De esta manera se planteó la
hipótesis: las clasificación de suelos realizadas por
agricultores ecológicos con base en su experiencia
y conocimiento cultural, guarda estrecha relación
con un indicador de la calidad del suelo construido
con base en una parámetros utilizados para medir la
fertilidad del suelo. El objetivo fue el de establecer
una relación entre el indicador de la calidad del suelo
y los saberes campesinos.
MATERIALES Y METODOS
La investigación se desarrolló en seis fincas, de
miembros del Mercado Agroecológico Campesino
de Buga (MERCOBUGA), ubicadas sobre la
cordillera central, en las veredas El Diamante,
Miraflores y Guadualejo, pertenecientes al municipio
de Buga, Valle del Cauca.
Se usó la metodología Investigación Acción
Participativa (IAP), que permitió establecer las
categorías de calidad de suelos que los agricultores
reconocen en su región. Para lograrlo se realizaron
recorridos por los predios, se observó el tipo de
agroecosistemas que manejan, la orografía, se
desarrollaron entrevistas para determinar si
reconocen diferentes tipos de suelos, las
características que tienen en cuenta para
diferenciarlos, el nombre que les otorgan y si tienen
una clasificación local de calidad.
De acuerdo con la información colectada, se
identificó los tipos de suelos que diferencian los
agricultores y se estableció sitios de muestreo
acordes con esta información. Las muestras de
suelo fueron colectadas de los primeros 30 cm de
profundidad; posteriormente, para el análisis de
variables químicas, fueron llevadas al laboratorio de
servicios analíticos del CIAT, donde se midió pH
(agua 1:1), materia orgánica (Wakely-Black), P (Bray
II), capacidad de intercambio catiónico (amonio
acetato), N (combustión seca), S (turbidimetria), B
(azometina), Cu y Fe (doble ácido Ab.At.); para
análisis de variables físicas se llevaron muestras al
laboratorio de suelos de la Universidad Nacional
sede Palmira, se estableció color (clasificación
Munsell), textura (hidrómetro), estabilidad de
agregados (Yoder modificado) y densidad aparente
(por cilindro). El color se comparó en húmedo y seco
con la carta de color estándar basada en la
clasificación Munsell (MACBETH, 1994). Los datos
se convirtieron a valores numéricos a través de la
metodología reportada en Thompson, J.A., & Bell,
J.C., (1996).
La información cuantitativa se trabajó
estadísticamente usando el software R 3.3.2 (2016),
y la librería ADE4. A cada grupo de variables (físicas
y químicas), se le realizó un análisis multivariado de